El Perdón

 

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El rencor no nos deja perdonar. ¿A cuánto de nosotros nos gusta alimentar el rencor? Sea éste mucho o poco, sin el perdón, no hay cambios y si no hay cambios, no hay crecimiento. En este espacio de reflexión, el tema es sobre el perdón.

 

El perdón es uno de los sentimientos que nos hace sentir mejor emocionalmente y es capaz de sanarnos físicamente de alguna enfermedad, ya que nos libera de una carga que inunda la mente y el organismo, la cual llena nuestro ser de amargura. Entonces, ¿de qué trata el perdón?

 

El perdón es tranquilo y sosegado. No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca tergiversarla. Simplemente observa, espera y no juzga. Pero, ¿es esto posible de hacer cuando estamos heridos por algún evento violento? Si estamos en un entorno hostil, lo que conviene primero es ponerse a salvo. Vivimos en un sistema estructuralmente violento. Por ende, el autocuidado es ante todo lo primero que necesitamos satisfacer. Es decir, reconocer las propias emociones, pensamientos, fortalezas y limitaciones para proporcionarse contención. Esta autoconsciencia restablecerá el bienestar propio.

 

Conlleva tiempo renunciar a los sentimientos de enojo, dolor, resentimiento por una situación pasada. Implica soltar esos recuerdos y construir un presente mejor. Es estar tranquilos de un proceso interno que culmina con una situación dolorosa, así como también estar confiados en la fuerza interior que se conecta con la Divinidad, cualesquiera que ésta sea para cada persona. Bien se dice que “errar es humano y perdonar es divino”.

 

Este método de aceptación anula toda posibilidad de sufrimiento en las relaciones, y sólo se logra utilizando las herramientas de la consciencia, que son: la valoración propia y de otros, la comprensión, el agradecimiento, la alegría, el respeto, la comunicación, el reconocimiento, el entusiasmo, la reflexión, la información, la felicitación, la disponibilidad, el apoyo, la ternura y la delicadeza.

 

Bendiciones